Alquiler de baños: Un negocio emergente en el bulevar de Barcelona
Los vendedores informales y transeúntes deben pagar hasta 10 bolívares por usar sanitarios en un mercado abandonado y un restaurante
Salvador Passalacqua
@spassalacqua
¿Dónde orina y excreta un buhonero? El aleteo de la pregunta aturde al reflexivo que termina tropezando con las sombrillas y maniquíes que pueblan las aceras, pero también puede preguntárselo quien, después de frituras y chicha, necesita usar un baño en mitad del bulevar 5 de Julio de Barcelona.
En 2008, se inauguró en el sector La Chica el Paseo Ubaldo Manrique, un mercado con 106 locales adjudicados a vendedores ambulantes. Los informales prefieren ubicarse a su alrededor para que sus bagatelas no pierdan vistosidad, mientras el interior permanece desolado. Solo funcionan un local de reparación de calzado, otro de servicio técnico para celulares y los sanitarios debidamente generizados. “Se alquilan baños”, se anuncia en la entrada.
Frente al baño de damas está el banquito de “Y”, cuyo nombre debe ser protegido por tratarse de una niña de nueve años de edad. Cuida a su hermanito de solo meses de nacido y también es quien cobra el alquiler. “Mi mamá fue a buscar comida con mis otros hermanos”, aclara, como previendo que no se le confunda como la protagonista de una trama de trabajo infantil. La madre le instruyó cobrar cinco bolívares a quien quiera orinar y 10 si precisa papel higiénico.
La misma tarifa mantiene el restaurante Alaska, que es adonde va María Castillo, vendedora de jarabes adelgazantes de origen colombiano. “Una vez gasté 40 bolívares solo por ir al baño. Menos mal que no vengo todos los días a trabajar”, cuenta.
Al menos 380 informales comparten aceras en el bulevar, de acuerdo a un reporte de febrero de la Dirección de Urbanismo de la Alcaldía. Mientras se prueba una correa en la calle, Luis Omar Oviedo recuerda haber visto baños portátiles en el bulevar durante un evento teatral alguna vez. “Esa puede ser una solución para los que trabajan aquí y los que venimos a comprar”, propone.
La situación no es distinta dentro de los centros comerciales de la zona. En el Único, ubicado en el cruce con la calle Juncal, el condominio decidió que solo los trabajadores de las tiendas pueden usar los sanitarios y repartió un limitado número de llaves con la condición de mantenerlos cerrados al público.
El Salón de Actos Anzoátegui, la casa natal del prócer José Antonio Anzoátegui, solía prestar sus baños a los buhoneros, hasta que la directiva del sitio cultural decidió suspender la hospitalidad ante la falta de agua y la escasez de desinfectante para asegurar la salubridad mínima, de acuerdo con testimonios de trabajadores.
Mientras emerge el negocio, de tarifa comparable con la de la ruta urbana del transporte público, calles como la Bolívar semejan urinarios a cielo abierto cada noche. El hedor se junta al día siguiente con el de la cebolla recién cortada de los perros calientes y el aceite reutilizado de los tequeños.