“A Maduro le quedó grande el cargo”
El diputado Omar González estima que la frase “Dios proveerá” tiene muchas connotaciones, entre ellas que el presidente no puede con el país
Niurka Franco
En opinión del diputado a la Asamblea Nacional, Omar González Moreno, la alocución del presidente Nicolás Maduro, lejos de infundir tranquilidad y confianza a la población, generó mayor intranquilidad, al punto que este jueves las largas colas en el área metropolitana de Anzoátegui fueron mucho más evidentes”.
El parlamentario hizo referencia a la frase “Dios proveerá” pronunciada por el Jefe de Estado, la cual a su juicio sólo puede interpretarse como un “no sé qué hacer con el país”.
“Es evidente que al presidente le quedó grande el cargo y al parecer no hay gente a su alrededor que le guíe y le aconseje que renuncie”, dijo tras cuestionar la actitud de la alta oficialidad del sector castrense, la cual estima debería anteponer el interés colectivo a los intereses particulares y advertir al mandatario que no puede continuar destruyendo el país.
Fustigó el hecho de que el jefe de Estado se extendiera en un discurso de casi tres horas y en ningún momento hiciera referencia a los 20 mil millones de dólares que supuestamente le facilitaron los chinos para invertir en el país, como tampoco a los logros alcanzados durante el reciente periplo acompañado de su séquito, lo cual significó una gran erogación para la Venezuela en crisis.
Hizo referencia al anuncio sobre el aumento al salario mínimo de 15 por ciento para los trabajadores, lo cual a su juicio fue una especie de caramelo lanzado al sector laboral, pero que en nada satisface las expectativas del pequeño porcentaje de la población que aún se desempeña en el sector formal de la economía, máxime cuando es sabido que el índice inflacionario supera con creces el ingreso.
“Si la gente está pagando hoy más de 400 bolívares por un kilo de carne, no hay duda que dentro de unos meses podría costar hasta 800, debido a que en el país no hay producción ni incentivos”, recalcó tras señalar que de no ser porque está en juego la tranquilidad de unos 30 millones de venezolanos, cabría la frase “pobrecito el presidente”.