Profesores universitarios conmemoran su día sin mucha celebración
Estos profesionales han sido a lo largo de la historia, ejemplo de lucha, según manifiestan algunos de ellos, hoy manifiestan sentimientos encontrados
Niurka Franco
Hasta hace una década, los profesores universitarios eran vistos por sus alumnos como modelos y en muchos casos, éstos se motivaban a quedarse como docentes, seguros de que tendrían un futuro promisorio.
Esa realidad ya no es la misma y aunque los profesores universitarios siguen siendo ejemplo de lucha, de perseverancia y de resistencia, muy pocos alumnos desean quedarse dando clases, emulando a sus maestros, cuyas condiciones de vida no son precisamente las mejores, por el contrario lucen desvalidos y vapuleados por autoridades que se niegan a reconocerles incluso, los beneficios contemplados en las leyes y en la propia Constitución de la República.
De esta manera lo expresa Alejandro Gutiérrez, estudiante de la Universidad de Oriente, quien señala que el 5 de diciembre fue otrora, una fecha para celebrar, pero hoy solo sirve para dar impulso a las luchas que deben librar los profesionales de la educación universitaria por sus derechos y conquistas.
“Da mucha pena ver las condiciones en las que trabajan muchos profesores. Por ejemplo, hay quienes padecen enfermedades crónicas, como hipertensión y aún así tienen que permanecer en salones sin aire acondicionado, sometidos a altas temperaturas y además a la angustia que se vive en el recinto cada vez que alguien se asoma a la puerta, porque no se sabe si es estudiante o asaltante”.
El profesor Tirso González, miembro de la comunidad educativa de la Escuela de Ciencias Administrativas, afirma que no obstante las trabas, continuarán trabajando por mejorar las condiciones de vida, no solo del profesor universitario, sino de todos los profesionales y trabajadores del país, que han sido desmejorados por un gobierno que no respeta las convenciones colectivas ni las leyes.
El catedrático señala que anteriormente, un profesor universitario podía planificar sus vacaciones con la familia y viajar fuera de Venezuela o a través del territorio nacional, “hoy tenemos ciudad por cárcel, y ni siquiera tenemos la posibilidad de brindarle un helado a nuestros hijos cada cierto tiempo porque nuestro ingreso no lo permite. Gracias a Dios tenemos la madurez suficiente para sumir lo que está ocurriendo con valentía y hablar con nuestros hijos acerca del cambio que estamos llamados a propiciar”.