Hoy desayunas en Venezuela con lo que costaban unos zapatos hace 15 años
Comerciantes aseguran que ya en Caracas no hay venta de empanadas, ni areperas, porque sencillamente no hay harina de maíz, azúcar ni café, mucho menos queso
Con información de Excélsior
En Venezuela no solo las grandes empresas han cerrado sus puertas por falta de materia prima e insumos, sino también los pequeños negocios de venta de empanadas, areperas, cafeterías y dulcerías criollas.
Nosotros no trabajamos con dólares, ni solicitamos dólares al gobierno, pero lo cierto es que lo que pasa con la divisa norteamericana nos afecta”, dijo Clara Peñaloza, maestra jubilada y dueña de un negocio de empanadas en un barrio caraqueño.
Peñaloza destacó que abre el negocio una vez a la semana, cuando consigue la harina precocida de maíz, con la cual elabora las empanadas, y que ha pensado cerrar definitivamente el kiosco si esto continúa así.
Estamos tocando fondo, porque la harina está escasa, al igual que el queso, la carne y el pescado. Cuando por suerte uno consigue alguno de ellos, nos lo venden a precio de dólar negro (muy caro), por lo que muchas veces preferimos dejar de adquirirlos”.
Explicó que tradicionalmente los venezolanos han desayunado con empanadas y un café, pero que ya esta costumbre se está perdiendo, porque con lo que cuesta hoy un desayuno como éste, hace unos 15 años se podían adquirir unos zapatos de marca.
Señaló que ya en Caracas no hay venta de empanadas, ni areperas, ni dulcerías, porque sencillamente no hay harina de maíz, azúcar ni café, mucho menos queso, carne, pescado, ni aceite vegetal, ingredientes requeridos para el relleno de estos productos.
Por su parte, Juan Arias, propietario de un kiosco en el que vendía café elaborado, indicó que cerró su pequeño negocio porque el producto no se consigue en ningún sitio. “Antes lo exportábamos y ahora carecemos de él”, lamentó.
Ramira Machado, una sexagenaria que hasta hace poco mantuvo una venta de dulces criollos en las adyacencias del Metro de Caracas, dijo a su vez que todos los días asiste a su negocio para no aburrirse, aunque allí no vende absolutamente nada.
No vendo nada porque los dulces desaparecieron. Las personas que me los traían dejaron de hacerlo por la falta de azúcar, huevos y harina. Esta situación nunca la habíamos visto en Venezuela. ¡Ave María purísima!”, dijo haciéndose la señal de la cruz.