Fidel Castro guarda silencio ante relaciones entre Estados Unidos y Cuba
El exmandatario sigue sin pronunciarse sobre el acercamiento promovido por la administración de Barack Obama
Con información de AP
En medio de las anécdotas, tensiones y sorpresas que produjo el anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, un actor principal estuvo ausente: el ex mandatario y líder isleño Fidel Castro.
Hasta ahora Castro, de 88 años, no se ha pronunciado sobre el histórico hecho que ha marcado la agenda internacional en los últimos dos días, que precisamente se congelaron poco después de que él y sus barbados guerrilleros tomaron el poder en 1959 después de lanzar una ofensiva en la Sierra Maestra.
Alejado del poder desde 2006, cuando delegó el mando del ejecutivo en su hermano Raúl, quien luego asumió la presidencia tras las elecciones de 2008, el líder cubano suele aparecer en público en contadas ocasiones.
Y en esta ocasión, cuando el presidente y su hermano Raúl Castro y su colega Barack Obama, anunciaron el miércoles el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países que se habían roto durante cinco décadas, parecía la oportunidad propicia para que Fidel Castro apareciera a la luz pública.
Cuando una noticia de esa magnitud sacude a la isla o al mundo, escribe extensas reflexiones en medios nacionales que, precisamente, en esta ocasión estuvieron ausentes.
Con su jubilación, los cubanos lo vieron mucho menos en contraste a las décadas en que se acostumbraron a sus horarios extravagantes de trabajo, a largos periodos de silencio o a sus maratónicos discursos de horas.
Pero el silencio de esta ocasión no parece inquietarlos mucho pese a la importancia del hecho.
"Es mayor y debe estar súper emocionado sobre esas cosas y posiblemente ahora hay... esperar a que se recupere o algo así yo creo que está muy bien, es un hombre muy fuerte", dijo Pedro Pablo Rodriguez, un jubilado de 80 años.
También es usual que en los últimos años el mandatario se tarde en reaccionar a hechos demasiados contundentes o a golpes fuertes. Un ejemplo de ello fue el deceso de su gran amigo y aliado político, Hugo Chávez, cuya muerte además abría expectativas sobre el futuro de Cuba, dependiente del petróleo de la nación sudamericana.
Castro se tardó seis días en reaccionar a ese hecho y escribir sobre el sentimiento de dolor que le produjo el hecho.