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Aplacando a Hitler; por Clara Machado / @laclaramachado

Aplacando a Hitler; por Clara Machado / @laclaramachado

Extractos tomados del libro de Tim Bouverie: Appeasing Hitler 

El 30 de septiembre de 1938 Chamberlain aterrizó en Londres recibido por la multitud enloquecida. El Daily Express titulaba: PAZ. Todo porque ese mismo día se había firmado el Acuerdo de Munich que según el Primer Ministro permitiría a Europa calmar a Hitler y lograr la paz.

La Conferencia de Munich de 1938 había sido organizada principalmente por Goering y Mussolini. Los actores principales en la mesa de negociación eran Gran Bretaña, Francia, y Alemania. El tema principal: Checoslovaquia. Se suponía que el gran aliado de Francia eran los checos.

Uno de los puntos más álgidos de la reunión era la ocupación del territorio conocido como el Sudetenland. En esa zona la población de origen alemán llegaba a las 800,000 personas y precisamente con esa excusa Hitler pretendía ocuparla. Para “liberar” a esos alemanes.

Pero el Sudetenland tenía otro aspecto importantísimo: Más de 28 mil kilómetros cuadrados de territorio estratégico para Checoslovaquia, no sólo porque eran una barrera de defensa natural para la capital, Praga, sino por la riqueza de sus recursos naturales.

En las negociaciones del acuerdo de Munich, Hitler propuso ocupar el Sudetenland en términos drásticos y expeditos. Los checos, por supuesto, no querían. Hitler empujó diciendo que si los británicos y franceses no coercionaban a los checos, él haría las cosas a su  manera.

La diplomacia británica, con falta de experiencia, le dio a Hitler territorio en ultramar y le pidió tiempo para que los checos se movilizaran a territorio no ocupado. Hitler les gritó, los humilló hasta que  el 30 de septiembre en horas de la madrugada logró el acuerdo.

Los checos no estaban en la mesa de negociación. Al enterarse de las condiciones finales del acuerdo protestaron, pero los británicos les dijeron que no estaban dispuestos a discutir más con Hitler, y sus aliados franceses tampoco. Se quedarían solos frente a Alemania.

Los checos  pensaron que los franceses los apoyarían. Ese había sido el compromiso. Una ocupación de Checoslovaquia se consideraba un punto de no retorno por todo lo que ello implicaba. Pero ese día llegó y lo dejaron pasar, confiados en que Hitler estaría satisfecho.

Incluso antes de regresar a Londres,  Chamberlain le pidió a Hitler firmar junto a él un comuniqué, diciendo que el tratado de Munich era "un símbolo del deseo de las dos naciones de no entrar en guerra nunca jamás.” Hitler firmó para complacer a Chamberlain. Más nada.

Churchill intentó frenar el Acuerdo de Munich cuando se enteró de lo que se estaba negociando y las condiciones en que quedaría Checoslovaquia: “¿Cómo es posible que hombres honorables, con tanta experiencia y record impecable en la Gran Guerra apoyen una política tan cobarde?”

Para Churchill el tratado de Munich fue un acuerdo “sórdido, escuálido sub-humano y suicida.” Ciertamente fue el mayor triunfo político de Hitler, le compró tiempo para terminar de consolidar su poder militar y dejó expuestas las debilidades de las democracias occidentales.

Churchill no lo tenía fácil. Tras la firma del Acuerdo Chamberlain fue recibido con euforia. Claro que no todo el mundo la compartía: “Pareciera que hemos logrado un gran triunfo cuando lo que hicimos fue traicionar a un pequeño país.” decían en Relaciones Exteriores.

Chamberlain celebró la supuesta paz, pero pronto comenzaron las renuncias a su gabinete, la más importante la de Duff Cooper, por el discurso que acompañó su renuncia, lo que trajo uno de los debates más polarizados de la historia del Parlamento.

Dentro de Inglaterra tampoco fue fácil enfrentarse a Hitler, ni hubo unidad a nivel político. La falta de una estrategia coherente, la inexperiencia diplomática y la indecisión tuvieron consecuencias trágicas para millones de personas. Una de ellas: El Acuerdo de Munich.

En la discusión en el Parlamento sobre el Acuerdo de Munich, Churchill dijo “No supongan que este es el final. Esto es sólo el comienzo del cálculo. Esto es el primer trago, la primera prueba de una taza amarga que nos ofrecerán año tras año a menos que haya una recuperación de la salud moral y el vigor marcial, que nos levantemos de nuevo y tomemos posición firme por la libertad como lo hicimos en otro tiempo.” Este discurso de Churchill tal vez no es tan conocido, pero sí es profético y demoledor.

Quienes argumentaban a favor de Munich decían que el tema era que ni Francia, ni Inglaterra estaban listas para enfrentar a Alemania en una guerra. El poder de fuego y  radar que ganó la Batalla de Inglaterra estuvo listo en 1939, pero a la vez Alemania tampoco estaba lista.

Si Francia, Gran Bretaña, Checoslovaquia y la Unión Soviética (como los soviéticos y Churchill querían), se hubieran unido en 1938 y hubieran presionado militarmente los alemanes habrían entrado directamente a una guerra en dos frentes, y habrían estado en serios problemas.

Con su política de apaciguamiento Gran Bretaña vio deteriorado su liderazgo a nivel interno y externo, con malas consecuencias políticas y económicas. Perdió el liderazgo diplomático regional, y perdió su posición estratégica en el Mediterráneo. Un paso en la caída de su imperio.

¿Sirvió de algo tratar de apaciguar a Hitler? Cada quien saque sus conclusiones, recordando que después del Acuerdo de Munich vino la Kristallnacht, una acción antisemita orquestada en Alemania y Austria, también vino la invasión a Polonia, y el resto de la trágica historia.

En los días post Munich Harold Macmillan dijo en un discurso: “Es posible apaciguar leones lanzándoles cristianos para que los devoren, pero los cristianos tiene otra palabra ello.” Si quieren saber más sobre el tema recomiendo leer, Appeasing Hitler de Tim Bouverie.

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