El Mercurio Web | Noticias, Información y Análisis

View Original

Puntualizando: La cruda realidad; por Henry Cabello / @henry_cabello

Habrá que repetirlo una vez más, mil veces más: Maduro no tiene facultades para convocar elecciones, como no las tiene usted, amigo lector, ni yo. Hoy en día es un simple ex-presidente, o sea, un ciudadano más, como cualquier otro, y, en breve plazo será un reo o un fugitivo. No tiene facultades siquiera para renunciar a su cargo porque no tiene cargo alguno. El mismo se colocó al margen de la Constitución y la Ley. Y ha cometido graves violaciones a los DDHH, ha ordenado persecuciones y asesinatos masivos. Ya lo esperan en el Tribunal Internacional de La Haya para responder a las múltiples y graves denuncias y acusaciones que se le han documentado. Eso sin contar con la DEA y la justicia noretamericana.

En consecuencia, ya no es el Comandante en Jefe de las FFAA. Ese cargo le corresponde ahora a Juan Guaidó. De modo que todos aquellos militares que continúen obedeciendo a Maduro, en lugar de a Guaidó, se están colocando ellos mismos al margen de la Ley.

Como es bien requetesabido, Juan Guaidó, es el legítimo presidente en funciones de la legítima Asamblea Nacional y, como tal, es el Presidente Interino de Venezuela de acuerdo con la Constitución vigente.

Para empeorar las cosas, resulta que lo único que le permite a Maduro mantenerse en Miraflores (o en Fuerte Tiuna, donde quiera que se encuentre), es precisamente el desconocimiento de esos militares a su legítimo comandante. Y eso pudiera constituir el grave delito de Rebelión Militar.

No hay fechas fijas. Solo hay un proceso en curso, cuya duración dependerá del grado de sensatez que prive entre los elementos mayoritarios de uniforme. Hay toneladas de ayuda humanitaria en camino y van a entrar.

Y hoy, 4 de Febrero, cuando se cumplen 27 años de aquella fatídica fecha, con la enorme mayoría de los países del mundo reconociendo la AN y desconociendo al usurpador, esa ayuda humanitaria de emergencia está a punto de comenzar a entrar en el país. Nuevamente, les toca a los uniformados el papel decisivo: ¿Asaltarán los convoyes destinados al pueblo usando sus armas? ¿Se harán a un lado permitiendo que ingrese? ¿Reconocerán a su legítimo Comandante en Jefe Guaidó y escoltarán esa ayuda para que llegue a su destino popular?

Y, una vez más, para finalizar, hay una ruta clara y bien definida: (1) Cese de la usurpación. (2) Gobierno de Transición y (3) Elecciones Libres. El primero depende en alto grado de los militares para que suceda sin violencia y sin sangre inocente. El segundo está a cargo del acuerdo entre las fuerzas vivas que incluyen a los partidos políticos, ONG's, Gremios profesionales, empresariales y sindicales, Iglesia y Universidades y, fundamentalmente, la AN. El tercero tendrá lugar tan pronto las condiciones sean apropiadas y se haya designado un nuevo poder electoral (CNE) imparcial.

Esto nos lleva a aclarar la supuesta amenaza de una "Guerra Civil". En Venezuela esa posibilidad no existe por una sencilla razón: solo uno de los bandos en disputa tiene armas y poder de fuego. Toda guerra civil supone dos bandos armados y enfrentados. Aquí solo hay un grupete de delincuentes que ha usurpado no solo el poder civil sino el militar. De manera que en Venezuela, si los militares fueran tan salvajes de pretender dominar a todo un pueblo a punta de balazos y cañonazos, solo se podría hablar de una masacre, de un genocidio. Sobre todo cuando saben que tal cosa solo provocaría una intervención armada de una coalición de países decidida a impedir semejante carnicería. Esa es la cruda realidad.