Luis Felipe Valera; por Pancho Aguilarte / @p_aguilarte
Un 25 de agosto de 1927, año presagioso de los acontecimientos de lo que se conoce como “Generacion del 28“ en la vida de la República vino al mundo Luis Felipe Valera.Hijo de Eduardo Sarmiento y Ana Teresa Valera. Desde muy pequeño se distinguió por su reciedumbre y por la verticalidad de sus principios y valores.
Tuve la oportunidad de conocerlo en aquellos extraordinarios años 70 aunque en verdad ya lo conocía. Mi padre Juan Rafael Aguilarte estaba emparentado con Luis Felipe por linea paterna. Mi abuelo Nerio Arturo Aguilarte Sarmiento era hijo de Polonia Sarmiento, hermana de Pascacio Sarmiento, el padre de Eduardo Sarmiento.
En mi casa siempre se hablaba de Salvador y Luis Felipe. Eran el ejemplo a seguir. Así que con orgullo siempre recuerdo la admiracion y respeto por los primos. Es la mejor forma de respetar el afecto que sentia mi padre por ellos.
La vida me dió la oportunidad de conocerlo y compartir con él una vez que los estudios de bachillerato me hicieron coincidir con Eduardo Valera Guevara, el cuarto de sus hijos, naciendo desde ese momento una formidable amistad, cultivada con la profesión de abogados que nos une en el ejercicio y en el conocimiento.
Así que no me es extraño conocer, evaluar y valorar los atributos de un hombre que supo mantener su caracter por muy serias que fuesen las dificultades. Estaba hecho de madera fina, descendiente del primer Sarmiento que llegara a estas tierras, Benito Sarmiento, que a su vez descendia de Don Pedro Ruiz, noble guerrero vencedor de los “Musulmanes” en la batalla de Tolosa en 1212, desde ese momento decidió usar el apellido Sarmiento, como retribución a la ayuda prestada por el arbol de sarmiento que uso para bloquear y detener la arremetida de los musulmanes.
Luis Felipe era un guerrero, un luchador que tuvo exito como empresario en el sur del país, como gerente de Aeropostal por muchos años y como político. Pero dónde más se destacó fue en los principios de la solidaridad familiar y con el prójimo.
El día de ayer, casi por cumplir los 91 años dejó el ropaje que guarda el espíritu para emprender vuelo hacia el regazo del gran arquitecto del universo. Se nos fue Luis Felipe, hombre bueno, a quien la reciedumbre de su caracter jamás le impidió ser amable con el irreverente, solidario con sus familiares, amigo de los amigos y por sobre todo un excelente consejero de las nuevas generaciones. El balance es positivo, un hombre de Dios, bueno, noble, en quien la frase “No he arado en el mar” le va con justicia y pertinencia.
Se nos ha ido un gran hombre, cuantos como él hacen falta en estos momentos que vive la patria.
Pancho Aguilarte
Lic.en Educación, Abogado, escritor