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El contraste entre dos presidentes: Donald Trump se roba el show y Joe Biden queda en las sombras

La causa de Trump en Nueva York, iniciada por la Fiscalía de Manhattan, a cargo de Alvin Bragg, es apenas el primer capítulo de su saga en la Justicia

La Nación

WASHINGTON.- CNN transmitía en vivo una imagen de la caravana de Donald Trumpmoviéndose por la autopista Franklin Delano Roosevelt, en Manhattan, rumbo al tribunal donde después fue acusado por primera vez de haber cometido un delito cuando uno de los conductores del canal, Jake Tapper, se tomó un segundo para reflexionar sobre ese momento: “Sé que los críticos de los medios están en desacuerdo con la forma en que muchas cadenas de noticias están cubriendo esto, pero tengo que decir, mientras vemos la limusina de Donald Trump en la FDR, esto no tiene precedentes”, dijo Tapper. “Nunca hemos visto algo así en la historia de este país”, insistió.

Como en los tiempos de su primera campaña presidencial, o sus caóticos años en la Casa Blanca, Trump volvió a acaparar esta semana la atención de Estados Unidos, revalidando su gravitación en la vida política del país, y reciclando el fenómeno que lo llevó a lo más alto del poder. Las cadenas de noticias dedicaron casi todo el día a su acusación, y la imagen de su rostro serio en el tribunal inundó las portadas de los diarios, una atención, para algunos, desmedida. “Los medios estadounidenses siguen siendo aliados involuntarios de Trump”, criticó Edward Luce, en una columna en el Financial Times. A su campaña poco pareció importarle que el motivo de esa atención fuera una acusación –la primera para un presidente– por haber falsificado registros contables para esconder un pago secreto a la estrella porno Stormy Daniels, para proteger su candidatura en el último tramo de la campaña presidencial de 2016. De hecho, mientras Trump estaba en el juzgado, su campaña envió un correo electrónico a sus seguidores donde se ofrecía una remera con una foto policial de Trump –falsa, pero cuidadosamente producida– a cambio de una contribución de 47 dólares. Trump recaudó más de 10 millones de dólares desde que se supo que sería imputado. Y su liderazgo en las encuestas se amplió: su respaldo trepó en los últimos días al 50,8% en la interna del Partido Republicano, según el promedio de RealClearPolitics.

“Por mucho que pueda disfrutar un día como el martes, donde los lunáticos, maníacos y pervertidos de la izquierda radical me acusaron y arrestaron sin motivo alguno, no hubo ningún crimen, fue una experiencia increíble, ¡quizás el Mejor Día de la Historia para alguien que acababa de sufrir una Acusación Injustificable!”, dijo Trump en su red social, Truth Social, un día después de su paso por los tribunales de Manhattan. “Mis números en las encuestas nunca han sido mejores, se recaudaron casi US$10 millones para la campaña y el día culminó con un discurso muy importante. ¡Si no detenemos a la Izquierda Radical, Estados Unidos está MUERTO!”, cerró.

La causa de Trump en Nueva York, iniciada por la Fiscalía de Manhattan, a cargo de Alvin Bragg, es apenas el primer capítulo de su saga en la Justicia. Una maraña de tramas y acusaciones terminará colándose, inevitablemente, en la próxima campaña presidencial. El juicio en Nueva York podría comenzar a principios del año próximo, junto con las primarias del Partido Republicano. Y Trump puede enfrentar otras causas por el ataque al Congreso del 6 de enero de 2021, por los documentos clasificados que se llevó de la Casa Blanca y fueron hallados por el FBI en su resort, Mar-a-Lago, y por haber intentado interferir en la elección presidencial de 2020 para dar vuelta su derrota ante Joe Biden.

La Casa Blanca de Biden mira los avatares legales de Trump con una mezcla de inquietud y cauto optimismo. El contraste entre Trump y Biden –uno de los motores de la victoria de Biden en la elección de 2020– quedó en evidencia otra vez esta semana, en la cual el mandatario tuvo una agenda de trabajo muy liviana. Fue además una semana corta, por la Pascua, que Biden cerró celebrando otro dato positivo de empleo. Entre la acusación de Trump y esa buena noticia, el gobierno de Biden difundió un informe en el que ensayó un mea culpa sobre la caótica retirada de Afganistán, un timing conveniente.

Biden tuvo sólo dos eventos públicos esta semana, el último, el mismo día de la acusación de Trump, sobre tecnología con su consejo de asesores en ciencia y tecnología.

“Saben, Estados Unidos es la única nación del mundo que puede definirse, en mi opinión, con una sola palabra: posibilidades”, remarcó Biden en una breve declaración a la prensa. “Estaba en la meseta tibetana con Xi Jinping y me preguntó si podía definir a Estados Unidos. Le dije: “Sí, en una palabra, posibilidades”, insistió.

La Casa Blanca se negó sistemáticamente a opinar sobre la acusación a Trump, con la clara intención de mantenerse alejada del circo trumpista. Aunque muchos estrategas demócratas creen que la saga judicial de Trump terminará perjudicándolo, en el equipo de Biden son conscientes de que también le ha dado un renovado espíritu de lucha a la base de Trump, fiel como ninguna otra a su líder. De momento, Biden y su equipo de campaña parecen cómodos con la atención que recibe Trump, y han optado por dejar pasar el tiempo, sin dar indicios, incluso, sobre el esperado anuncio de Biden para lanzar su campaña en busca de su reelección.

La acusación a Trump no solo revalidó su vigencia como fenómeno político; también dejó a la vista su dominio absoluto del Partido Republicano. Todas las figuras de la oposición salieron en defensa del magnate, y deshilacharon la acusación de los fiscales de Manhattan, cuya solidez legal –más allá de que el pago a Stormy Daniels existió– también ha sido puesta en duda por expertos. Hubo sólo un silencio notable: Mitch McConnell, líder del Senado, enfrentado desde hace tiempo con Trump. El resto se alineó detrás de Trump, desde su principal rival en la interna, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, hasta su mayor contracara dentro del partido, el senador de Utah, Mitt Romney.

“La militarización del sistema legal para promover una agenda política pone patas arriba el estado de derecho”, dijo DeSantis en un mensaje en Twitter, en el que también acusó al Fiscal Bragg de ir detrás de Trump por razones políticas, y de estar respaldado por George Soros, una falsedad, y un guiño a los partidarios de las teorías conspirativas, entre quienes Soros es un blanco predilecto. “Florida no ayudará en una solicitud de extradición dadas las circunstancias cuestionables en cuestión con este fiscal de Manhattan respaldado por Soros y su agenda política”, atacó DeSantis.

Romney, quien llegó a votar a favor de la destitución de Trump en el segundo juicio político en su contra por el Ucraniagate, fue un poco más medido que DeSantis, pero también acusó al Bragg de perseguir una agenda política.

“Creo que el carácter y la conducta del presidente Trump lo hacen inadecuado para un cargo público. Aun así, creo que el fiscal de Nueva York se ha esforzado para llegar a una imputación por delitos graves a fin de encajar en una agenda política”, dijo Romney. “Nadie está por encima de la ley, ni siquiera los expresidentes, pero todos tienen derecho a un trato igualitario ante la ley. La extralimitación del fiscal sienta un precedente peligroso para criminalizar a los opositores políticos y daña la fe del público en nuestro sistema de justicia”, agregó el senador.

Por primera vez, Trump dijo en un tribunal las palabras “no culpable”. Fue otro hito en su vida política, y en la historia de Estados Unidos, que le dedicó toda su atención. Tal como a Trump le gusta.