Familiares de preso estadounidense en Venezuela teme por su vida
La familia de Joshua Holt pidió al ex gobernador de Nuevo México Bill Richardson que trate de negociar una excarcelación humanitaria con el presidente venezolano Nicolás Maduro
Con información de AP
RIVERTON, Utah, EE.UU. (AP) - Los padres de un estadounidense preso en Venezuela desde hace un año temen que su hijo muera en una cárcel de Caracas en medio de la agitación reinante en la nación sudamericana.
La familia de Joshua Holt pidió al ex gobernador de Nuevo México Bill Richardson que trate de negociar una excarcelación humanitaria con el presidente venezolano Nicolás Maduro, y Richardson dijo que esa gestión podría tal vez dar paso a un diálogo sobre otros temas entre Maduro y el presidente estadounidense Donald Trump, que se ha interesado personalmente en los norteamericanos presos en el exterior.
El gobierno estadounidense ha planteado el caso de Holt ante los niveles más altos del gobierno venezolano y volvió a pedir su liberación el jueves. La portavoz del Departamento de Estado Heather Nauert dijo que el acceso del personal consular a Holt es "lento y concedido "a regañadientes", y que la negativa de Venezuela a realizar una vista preliminar "plantea serias dudas" en torno a las razones por las que fue detenido.
Holt, de 25 años, viajó a Venezuela en junio del 2016 y se casó con Thamara Candelo, una venezolana que conoció a través de la internet mientras practicaba español. Él ya tenía planeado pasar varios meses en Caracas con ella y sus dos hijas para gestionar visas para que ellas pudieran venir a Estados Unidos.
Pero la pareja fue detenida en la casa de la familia de ella en Caracas y acusada de almacenar armas. El día de su detención, efectivos de las fuerzas de seguridad con uniformes de fatiga y portando armas irrumpieron en el complejo donde vivía Candelo. Algunos se apostaron en techos vecinos, como si fuesen francotiradores, según relató la madre de Candelo en una entrevista.
María Candelo mostró libros en inglés que Holt había dejado allí, el armario donde las autoridades dicen que encontraron un fusil AK-47 y la habitación donde jugaban las niñas, en la que se dijo se halló una granada.
"Con unas niñas de cinco y ocho años, que son demasiado traviesas, no vas a tener esto aquí", sostuvo la mujer. "Hubiera volado el edificio entero con la granada".
Entrevistados en su casa de Riverton, suburbio de Salt Lake City, el miércoles por la noche, Laurie y Jason Holt dijeron que de lo único que es culpable su hijo es de haberse enamorado y de no estar al tanto de la inestabilidad imperante en Venezuela.
Holt y su esposa están siendo retenidos en una cárcel manejada por la policía política y sus padres se alarmaron más todavía sobre su futuro luego de la muerte del estudiante universitario estadounidense Otto Warmbier después de pasar 17 meses en una cárcel de Corea del Norte por robarse un póster. Warmbier regresó a su casa de Ohio en estado de coma y falleció a los pocos días.
"Creo que no lo voy a volver a ver vivo", dijo Laurie Holt, llorando en su cocina. "Ese es mi gran temor después de ver por lo que pasó la familia de Otto".
Richardson, quien trabajó para liberar a decenas de estadounidenses detenidos en el exterior, fue contactado por la familia Holt hace unos ocho meses para que tratase de abrir líneas de comunicación con el gobierno de Maduro.
Su trabajo complementa las gestiones diplomáticas del senador Orrin Hatch, de Utah, y de otros. Hatch dijo esta semana que confiaba en que sus esfuerzos redituarían dividendos.
Richardson se entrevistó tres veces con el embajador venezolano ante las Naciones Unidas, Rafael Ramírez, para analizar el tema y también con el ex presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, que el año pasado promovió negociaciones entre Maduro y la oposición. Se cree que Holt no fue mencionado en los diálogos, pero una de las principales demandas de la oposición es la libertad de los presos políticos.
Richardson, quien llegó a conocer a Maduro cuando era ministro de relaciones exteriores bajo el gobierno de Hugo Chávez, dijo que se le informó mediante canales informales que el gobierno estaba dispuesto a escucharlo si viajaba a Caracas para pedir la excarcelación por razones humanitarias.
Pero todavía no recibió una visa venezolana. Indicó que cree que el involucramiento del presidente Trump puede agilizar el proceso y abrir a los venezolanos un potencial canal para analizar otros temas espinosos en la relación entre las dos naciones. Ambos países retiraron sus embajadores en el 2010.
"Su intervención personal podría ser decisiva", dijo Richardson a la AP en una entrevista telefónica, aludiendo a Trump. "Y una excarcelación por razones humanitarias podría despejar el camino para un diálogo sobre otros temas en momentos en que las relaciones (entre las dos naciones) han tocado fondo. No lo puedo garantizar, pero he visto algunos comentarios que podrían marcar un camino".
Las esperanzas de que se dispusiese una excarcelación humanitaria aumentaron en diciembre, cuando Citgo Petroleum Corp., filial de la empresa petrolera estatal venezolana PDVSA, donó 500.000 dólares a la inauguración de Trump y Maduro buscaba un acercamiento con Trump, a quien consideraba un aliado del presidente ruso Vladimir Putin.
Pero las relaciones entre los dos países se deterioraron desde entonces y Maduro hace poco le dijo a Trump "saca tus manos de aquí", al tiempo que acusó a Estados Unidos de alentar las manifestaciones antigubernamentales que han dejado al menos 75 personas muertas y cientos heridas o presas.
Richardson dijo que lo que pasó con Warmbier indica que "el tiempo ya no es un elemento neutral".
Laurie Holt pasa muchos días llorando y combatiendo la ansiedad y la desesperanza mientras lee las noticias sobre Venezuela online. Dice que su hijo perdió mucho peso por una serie de problemas de salud y que ahora tiene una cintura de 81 centímetros (32 pulgadas), comparado con la de 101 (40) que tenía al irse de Utah.
Dice que le gustaría viajar a Venezuela, pero que diplomáticos estadounidenses le aconsejaron en reiteradas ocasiones que no lo hiciese.
Todos los días pasa dos veces con su auto frente al mástil de la iglesia mormona para cuya construcción su hijo recaudó dinero. En la habitación de su hijo hay pinturas de templos mormones que adornan las paredes y un casco de los Chargers de Los Ángeles en una estantería de libros.
"Vengo aquí y ya no puedo olerlo. Se nos fue", dijo Laurie Holt. "Mi corazón sufre todo el tiempo".