Niños venezolanos cada vez más golpeados por la crisis
El hambre ha pasado a ser el problema más grave para las familias de escasos recursos que no tienen cómo cubrir los gastos de alimentación
Niurka Franco
Poder comprar los productos básicos para alimentar a la familia es el dolor de cabeza de la mayoría de los padres en la Venezuela actual, en la que un salario mínimo (40 mil 638bolívares) apenas si alcanza para medio comer una semana.
De esta manera lo expresa Miriam Villanueva, quien trabaja como cajera en una conocida franquicia y coment< que lo que gana solo le rinde para malcomer y cubrir los gastos de su pequeña hija de cinco años. “Últimamente he dejado de comprar carne porque no puedo pagarla y la proteína que consumimos es la que proporcionan los huevos y de vez en cuando sardinas, a decir verdad ya ni granos se pueden comprar”.
Sobre el tema, el ama de casa Migdalia León, sostiene que ha tenido que prepararse para conocer el valor nutricional de los alimentos y aprovechar mejor lo poco que disponen, “he aprendido a seleccionar los vegetales que comemos, por lo general son espinacas, acelgas y berro porque tengo entendido que son ricos en hierro y no siempre hay dinero para comprar carne”.
De acuerdo con lo dicho por el médico obesólogo pediatra, Antonio Carrasquel, la situación a la que se enfrenta en estos momentos el venezolano por la escasez, la inflación y la depresión económica en general, obliga a prepararse en torno a la manera de alimentar a los niños.
Dice estar consciente de la gravedad del problema a juzgar por la precariedad en la que se encuentra la mayoría de la población venezolana, “hoy todos somos pobres”, asevera, pero indica que ello no debe ser obstáculo para buscar alternativas de alimentación.
Ésta debe ser balanceada, según explica y más en el caso de los niños por el proceso de crecimiento y advierte que de no ser así, las consecuencias comenzarán a observarse en el corto y mediano plazo, cuando las exigencias a las cuales deberán enfrentarse estén presentes Entonces, dijo, quedará en evidencia el déficit de tamaño, de talla y hasta cognitivo.
El galeno refiere que familias en las que el ingreso no permite comprar las cantidades de proteína animal, vegetal, carbohidratos, legumbres y frutas por ejemplo, deben plantearse la ingesta de huevos como proteína más económica que la carne, el pollo o el pescado, así como granos, sardinas y vegetales verdes ricos en hierro.
Recomienda a los padres romper con la costumbre de alimentar a los niños ofreciéndoles lo que les gusta y no lo que requieren para estar bien nutridos.
Afirma que es distinto el término apetito que hambre, destacando que el apetito lleva al ser humano a consumir lo que le gusta, pero el hambre obliga a comer para poder vivir.
“Es claro que en estos momentos resulta difícil adquirir cualquier producto porque el proceso inflacionario ha elevado todos los precios pero necesariamente hay que ser selectivos a la hora de escoger los alimentos y optar por aquellos que permitan una comida lo más balanceada posible”