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Comprar alimentos en la frontera con Brasil es retar a la muerte

Felipe Muñoz es técnico electricista, pero lo que gana no le alcanza para vivir, por eso desde hace año y medio se dedica a “bachaquear” a riesgo de su propia vida

Niurka Franco

La escasez que en los últimos años ha marcado la vida de los venezolanos, ha cambiado usos y costumbres, pero también la forma de vida de una población que de no ser para el disfrute difícilmente se movía de su terruño, hoy los venezolanos son vistos de un lado a otro en un eterno zigzagueo, rebuscándose para sobrevivir.

De esta manera inicia la conversación con Felipe Muñoz, un hombre que todavía no llega a los 40 pero asegura que las preocupaciones de los últimos tres años, le han sumado arrugas y canas. “Mi edad por desgaste está alrededor de los 60”, comenta con jocosidad.

Y no es para menos, aunque dice ser técnico electricista, Felipe se rebusca como “bachaquero” y para ello viaja cada 15 días hacia la frontera con Brasil, lo cual pese a los riesgos, le permite vivir y garantizar cierta calidad de vida a su esposa e hijos.

Asegura que más que un trabajo, es una aventura muy riesgosa. “Cuando me despido lo hago con temor, porque no sé si volveré a verlos, se trata de un riesgo antes, durante y al llegar a la frontera, uno se enfrenta a una vialidad en mal estado, falta de vigilancia y de paso donde la hay, no sabemos quiénes son más peligrosos, si los delincuentes o los uniformados que están llamados a brindarnos protección”.

Refiere que cada vez que viaja debe llevar fuertes sumas de dinero en efectivo, porque en Santa Elena de Uairén se les complica muchos obtener papel moneda.

“Eso es un peligro pero debemos correrlo, afirma tras comentar que recientemente les tocó mirar desde la ventana del colectivo en el que viajaban, como la gente perdió la humanidad saltando encima de dos cadáveres para agarrar billetes de unas personas que se trasladaban hacia Brasil. A mí se me salieron las lágrimas y pensé que así como pasó con ellos, podría pasarle a cualquiera”.

Venezolanos son objeto de burla y humillaciones

Una vez superados los obstáculos en la vía, quienes logran llegar  a Santa Elena de Uairén deben aguantar los desplantes, burlas y humillaciones de quienes nos ven como inferiores.

“En una oportunidad olvidé un bolso con 300 mil bolívares aproximadamente, estaba lloviendo, tuve que devolverme bajo el palo de agua con un saco de comida a cuestas y cuando llegué al local el dueño se río y me lo puso en un mostrador diciendo ahí está su bolso, esos bolívares no valen nada”.

Afirma que debió contenerse para no responder con violencia ante esas y otras acciones, como por ejemplo darle un precio y al llegar a la caja tener que pagar otro más alto.

“La gente se refiere peyorativamente a los bachaqueros, pero nadie sabe a lo que deben someterse para traer esos productos y de no ser por ellos no habría qué comer. No justificó la especulación, pero no es esa gente la responsable de la escasez de alimentos, ellos solo han encontrado la oportunidad de subsistir vendiendo comida”.