El Mercurio Web | Noticias, Información y Análisis

View Original

Anzoatiguenses pobres pasan a ser indigentes

Cada vez más personas se ven obligadas a deambular para conseguir algo de comer, bien sea pidiendo o hurgando en la basura

Niurka Franco

Protesta contra el hambre en Venezuela - Foto: cortesía

Adela es una mujer joven, pero su rostro, curtido por el sol, tiene la apariencia de un adulto mayor, mientras su piel, adherida al hueso evidencia lo calamitosa que es su vida.

Ante una pregunta, confiesa no haber comido bien durante días, y que para lograr un bocado para ella, su hijo minusválido y su nieto, debe caminar varios kilómetros al día.

“A veces siento que mi cabeza da vueltas y no logro mantenerla firme. Muchas veces quisiera recostarme, pero no puedo, porque si me quedo en la casa, no comemos, y en la calle no puedo descansar”.

Adela dice vivir en el barrio Fernández Padilla, y que en su casa carece hasta de lo más elemental. “Paso mucha hambre, y hay días en los que ni siquiera puedo hacer una comida completa. Mire como estoy de flaca”, afirma mientras se levanta la blusa para dejar al descubierto su abdomen en el que la piel cuelga, como pliegues de papel.

La realidad de esta mujer no es distinta a la que viven millones de venezolanos hoy en día, para los cuales no existe futuro sencillamente porque no hay posibilidad ni siquiera de satisfacer la necesidad básica de poder alimentarse.

Para estos ciudadanos cualquier discurso carece de sentido porque su gran preocupación  es poder saciar el hambre, ese es su mayor problema,  pero para su desgracia, la solución no luce fácil, sobre todo si se toma en cuenta que cada vez el número de necesitados supera con creces a los que podrían ayudar. Según Adela no abundan las almas caritativas que le colaboren para poder comer. “La vida del pobre es difícil”, se lamenta.