Tarjetas de crédito han quedado para financiar gastos de alimentación
Hasta hace unos años, las tarjetas de crédito permitían sufragar el gasto extra, un regalo o un “gustito extravagante”, hoy el plástico es una extensión del salario para paliar la crisis
Niurka Franco
La pérdida del poder adquisitivo y la hiperinflación, han hecho que el venezolano cambie sus hábitos y prácticas, es así como hoy la mayoría de las personas que cuentan con una tarjeta de crédito, lejos de usarla para financiar un viaje, darse un gustito extraordinario o hacer un regalo a alguien especial, la utilizan como una extensión del salario para sufragar gastos de alimentación.
De acuerdo con lo dicho por el catedrático Benito Gómez, ex presidente de la Federación del Colegio de Administradores de Venezuela, en la actualidad no existe salario que permita hacer frente a la inflación. “El salario de un profesional está por el orden de los 35, 40 ó 50 mil bolívares en el mejor de los casos, pero siempre será insuficiente porque no se trata del salario, tendrían que aplicarse medidas macroeconómicas frente a la dimensión de la crisis”.
Desde la óptica del especialista en este momento la mayoría de los venezolanos no tiene capacidad de pago y en consecuencia, el uso de la tarjeta de crédito puede convertirse en un arma peligrosa porque permite en el momento sufragar gastos, pero si no se tiene capacidad para pagar a la postre puede ser bloqueada y los intereses terminan agobiando al tarjetahabiente.
Sugiere hacer uso racional de estos instrumentos señalando que si se dispone de dinero, se puede pagar el monto total sin problemas, pero si no, se activan los intereses de la tarjeta, en cuyo caso es preciso pagar siempre un poco más del monto mínimo para poder amortizar a capital y que éste vaya disminuyendo paulatinamente.
Deuda superior a los 100 mil bolívares solo en comida
Verónica es una joven abogada que hasta hace poco, prestaba servicios a un conocido bufete de profesionales y comenta que hacía uso de sus tarjetas de crédito de forma permanente y sin problema alguno. “Desde diciembre cuando pasé al libre ejercicio, se me ha vuelto cuesta arriba la situación económica y he tenido que recurrir a la tarjeta de crédito para financiar gastos de alimentación, lo que me generó una deuda que ronda los 100 mil bolívares”.
Explica que prácticamente está trabajando para cancelar la tarjeta y continuar utilizándola pues señala que no le ha quedado de otra. “Tan pronto como agarre un dinero extra honraré mis compromisos y la guardaré donde no la encuentre, porque tenerla es una tentación muy grande, sobre todo en la situación que vivimos porque todo cuesta un ojo de la cara y uno usa la tarjeta supuestamente para completar, pero el problema es que el sueldo cada vez alcanza para menos”.