Caracas empeora su récord como la ciudad más violenta del mundo
Las muertes violentas en Caracas representan solo una quinta parte del total de Venezuela, país que el año pasado sufrió 27.875 homicidios
Con información de ABC.es
La violencia en Venezuela sigue su espiral. Solo en Caracas, en los tres primeros meses del año se registraron 1.722 muertes violentas, lo que supone un incremento de cerca del 10 por ciento respecto al año anterior. Si a final de 2015 Caracas pasaba a convertirse en la ciudad más violenta del mundo, con 119,87 homicidios por cien mil habitantes, las estadísticas han seguido empeorando a medida que la grave situación económica y social del país se ha deteriorado drásticamente. «Este incremento es el resultado de políticas equivocadas, esto no es una maldición del cielo», afirma Roberto Briceño, director de la organización no gubernamental Observatorio Venezolano de Violencia (OVV). Por su parte, la Conferencia Episcopal Venezolana acaba de denunciar el «recrudecimiento de la delincuencia asesina e inhumana».
Aunque el Gobierno no ofrece cifras oficiales, varias organizaciones ciudadanas tratan de llevar cuentas de las muertes violentas, a partir de fuentes extraoficiales del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) y de informaciones en los medios. Esos datos indican que en la morgue de Bello Monte, que sirve a la región metropolitana de Caracas, ingresaron 475 cadáveres en enero, 449 en febrero y 401 en marzo. Solo en Semana Santa hubo 119 ingresos, es decir, 17 por cada uno de los siete días.
Las muertes violentas en Caracas -hubo 5.235 en 2015- suponen solo una quinta parte del total de Venezuela, país que el año pasado sufrió 27.875 homicidios, lo que representa una tasa de 90 muertos por 100.000 habitantes, de acuerdo con el OVV. Entonces se consideró que Venezuela pasaba a ser el país más violento de Latinoamérica, por delante El Salvador y Honduras.
Por su parte, la ONG mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal determinó que en 2015 Caracas se había convertido en la ciudad más violenta del planeta, superando a San Pedro de Sula, de Honduras, de mucho menos población y dominada por el narcotráfico y las maras. De los muertos en 2015, 33 lo fueron en sesenta ataques con granadas. Además, el número de secuestros también se disparó el año pasado, con un incremento del 150 por ciento, debido fundamentalmente al auge del denominado «secuestro exprés», de acuerdo con las cifras manejadas por el CICPC.
Con Chávez peor
Briceño advierte que el incremento de la violencia ha sido sostenido desde la llegada de Hugo Chávez al poder, a comienzos de 1999. Durante los cinco años previos a su triunfo electoral disminuyó el número de homicidios. Pero a partir de entonces ha habido un continuo crecimiento. En parte, según Briceño, debido «al elogio de la violencia que hace el Gobierno», con lemas como «Socialismo, patria o muerte».
En su informe referido al año pasado, el OVV apuntó seis causas, que pueden aplicarse también a buena parte del periodo de gobierno chavista. De acuerdo con el observatorio, ha habido una creciente presencia del delito organizado, con mafias y bandas criminales que usan la violencia como herramienta para el control territorial y las actividades de tráfico de drogas, secuestro y extorsión de comerciantes y empresarios. También se ha producido un deterioro de los cuerpos de seguridad del Estado, ellos mismos víctimas de la violencia; un proceso de privatización de la seguridad, con vigilantes y guardaespaldas armados, y una militarización represiva. Asimismo cabe reseñar el empobrecimiento de la sociedad, acompañado de una impunidad generalizada.
El observatorio precisa que la pobreza no es causa del delito o la violencia, pero indica que «el empobrecimiento rápido y sostenido, cuando ocurre en un contexto donde la ley se ha convertido en una sugerencia y el castigo no existe, se convierte en un factor criminógeno diferente». Finalmente, «la destrucción institucional que continúa padeciendo el país es el factor explicativo más relevante. La institucionalidad de la sociedad se diluye cada vez más ante la arbitrariedad del poder y el predominio de las relaciones sociales basados en el uso de la fuerza y las armas».