Margariteños añoran navidades de otrora
A partir de las 5 de la tarde el comercio comienza a cerrar sus puertas, mientras que avenidas como la Santiago Mariño, 4 de mayo y el Bulevar Guevara, antes lugares de convergencia de nativos y foráneos lucen desolados
Niurka Franco
Más de una década ha transcurrido desde que los margariteños comenzaron a ver declinar la tradición navideña, otrora motivo de alegría y de efervescencia turística. “Ya no tenemos la alegría de esos años y muy pocos turistas se ven de compras en nuestras calles y avenidas”, expresa Amarilis Marcano, oriunda del Valle del Espíritu Santo, municipio García.
Según comenta, Margarita ya no es ni la sombra de lo que fue. Refiere que la inseguridad se ha apoderado de la isla donde los comerciantes en su mayoría árabes y asiáticos han cambiado de rama, dedicándose a la venta de productos alimenticios que es lo único que se vende con facilidad.
“Hace algunos días, el Sundde ordenó a un conocido comerciante del centro de Porlamar, bajar cincuenta por ciento toda su mercancía (zapatos deportivos), en 50 por ciento. El negocio fue prácticamente tomado por la gente que se agolpó a comprarlo todo, después de ese día, el comerciante no abrió más sus puertas, y lo más probable es que permanezca así porque según comentó él mismo, me comentó que cambiaría de ramo”, comenta Julio López, habitante de Porlamar, quien afirma que poco a poco ha ido menguando la actividad comercial, punta de lanza de la economía margariteña.
Este criterio es compartido por Leonardo Hernández, para quien la situación actual de la isla resulta deprimente, sobretodo porque ya no se deja ver el movimiento de visitantes que se observaba día a día en cualquier momento del año, por los centros comerciales y avenidas de la entidad insular, dándole vida e impulsando la actividad económica.
De acuerdo con lo dicho por el diputado Morel Rodríguez, el puerto libre que dio vida a la economía neoespartana desapareció, convirtiendo la isla en una especie de lugar desconocido para propios y visitantes, que ahora no tienen la opción de comprar a menor precio alimentos, bebidas y ropa de marcas internacionales, que le daban un toque especial a Margarita como ciudad turística.