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“En mi vida pensé que pagaría un kilo de carne a Bs 850”

Foto: Archivo

Los consumidores adquieren el producto cárnico con sacrificio del presupuesto disponible, pero lo hacen molestos por los precios de alto vuelo

Alexis Castillo

 @alexisnoticia

Adelaida Marín, es una profesora jubilada con un verbo filoso, mente ágil y un espíritu combativo inquebrantable, pese a la artritis que la aqueja desde hace cinco años. No evade la consulta sobre los precios de la carne y cómo hace para comprarla en tiempo de inflación galopante. “Cada vez que vengo a la carnicería hay menos opciones, pero ya no me molesto como al principio. Respiro hondo, cuento hasta 10. Compro hasta dónde me alcance”, responde.

Marín está formada en fila y tiene cinco personas por delante para cancelar en caja. A la pregunta, sobre si cree que el monto de la carne vacuna llegará a la estratósfera, contesta: “Nunca pensé, en serio, que iba a pagar 850 bolívares el kilo de carne, de cualquier carne, porque en estos momentos te venden todo tipo de corte en este precio o más caro. Esto es de escándalo y me molesta la pasividad de la gente que como yo debe comprarla”.

La inconformidad expresada por esta ama de casa, despierta otras opiniones entre los clientes que la escuchan. “Hasta las verduras para la sopa están por las nubes, ni los vegetales escapan de los costoso. Yo hago lo que puedo”, añade una señora robusta, que usa unos lentes oscuros imitación de Dolce&Gabbana. “Siento que cada día que pasa este gobierno nos empobrece más, porque todos los días suben los precios. Los empresarios hacen lo que pueden para sobrevivir y nosotros también”, justifica esta señora, que es la segunda al turno para pagar un bandeja de pollo todavía sin precio a la espera del pesaje correspondiente.

Julio Azócar tiene aspecto de boxeador, pero es ingeniero residente en Lechería. En su opinión, comprar carne pronto quedara en el recuerdo de los más humildes y la clase media la degustará una vez al mes cuando mucho. “Un kilo en Bs 850 no es nada si se trata de una familia de más de cinco miembros. Esperar la venta de carne regulada por parte del gobierno, los días y las horas que imponen para algunos se convierte en un alivio, pero no todos estamos dispuestos a calarnos semejante situación de espera. Es decepcionante en lo que hemos caído”.

La jubilada Adelaida Marín retoma la discusión con un tono vehemente. “Esto es fin de mundo, pero los venezolanos por más humildes estoy segura no se conforman con esta situación que está ocurriendo. Me resisto a conformarme, no creo que una madre o un trabajador estén contentos con este desastre con los precios por culpa de un gobierno fracasado. Sin bienestar, no hay gobierno que dure cien años. Segura estoy que cuando esto tenga arreglo, podré celebrar con una parrillita barata”, sonríe, como si una premonición le confiara un inusual entusiasmo.

Lo cierto es que comprar el producto cárnico en carnicerías se ha convertido en un asunto de fuerte poder adquisitivo, porque no hay carnicería donde los precios sean solidarios. Hoy, por segundo día, al menos hubo una venta de carne a monto regulado (Bs 250 por kilo) en un establecimiento del Centro Comercial Camino Real en Barcelona. Las personas se agolparon y se formaron en fila maratónica, muchos alcanzaron a comprar. Con todo y ello, las caras largas prevalecieron, lo mismo que el agotamiento, los empujones, los ánimos exaltados y las constantes quejas por una realidad que agobia y azota la paciencia.