Ventas callejeras de pescado: una opción frente a altos precios
El alto costo que durante la presente temporada han exhibido los frutos del mar, llevó a ciertos consumidores de la zona norte a desplazarse hacia las ventas callejeras con buenos resultados
Niurka Franco
@ConFranqueza
Los precios del pescado, mariscos y demás frutos del mar subieron como la espuma , tanto antes como durante la presente temporada, movidos entre otras razones por la demanda, lo cual impulsó a muchos a desplazarse de los sitios de ventas convencionales, a los callejeros.
Y es que no sólo por tradición los usuarios han preferido el pescado, también por la escasez de carne de res, muchas carnicerías del área metropolitana permanecen cerradas desde antes de la Semana Mayor y las que se mantenían de puertas abiertas, estaban expendiendo de todo, menos productos cárnicos. Una que otra ofrece chuletas de cerdo y embutidos.
“Es lamentable como la escasez nos ha impuesto pautas de consumo, ya los venezolanos no decidimos lo que queremos comer, porque nos alimentamos con lo que podemos conseguir”, afirmó Gilberto Ramos, quien reside en Caracas y dijo estar de visita en casa de familiares. ”De aquí no me voy sin comer cuajao”, aseguró.
Él junto a otras seis personas, se encontraba comprando pescado en un improvisado expendio, atendido por Argenis Velásquez, quien asevera que todos en la Avenida Costanera lo conocen como “el popular pasita”.
“Llevo 40 años vendiendo pescado aquí y nadie puede decir que soy carero, la gente se lleva un producto fresco a buen precio, ya no me está quedando casi nada”, comenta el lugareño, quien afirma que se dio el gusto de vender camarones cuando el kilo costaba 2 bolívares.
Mirna López contó tras llegar al puesto, que había recorrido nueve expendios entre Puerto La Cruz y Lechería y que en ninguno encontró precios que le convenciera. “Estos han sido los más justos, porque es pescado lo que busco, no caviar”, dijo entre risas.
“El pasita” pregona de manera rápida su oferta, lo que llama la atención de los potenciales clientes: “camarones 900, cazón 600, marao 250, cabaña pintada 300, cabaña blanca 350, dorado 400, chucho 400 eso es lo que queda”.
En poco tiempo, este hombre despachó a más de 15 personas que a orilla de la avenida paraban sus vehículos para comprar los frutos del mar a precios mucho más bajos que los observados en otros establecimientos a orilla de mar.
Llamó la atención de los compradores la refrigeración del producto, la sinceridad de la pesa aparentemente no controlada y el trato cordial del vendedor, un aspecto que aunque muchos no lo crean, tiene gran significación a la hora de ofrecer un servicio.