Barack Obama da impulso a la moda norteamericana
El presidente estadounidense destinará 150 millones de dólares a este importante sector
La moda no es un juego de niñas y Barack Obama lo sabe. Se trata de una industria que genera ingresos de alrededor de dos billones de euros y emplea a unos 75 millones de personas globalmente. Tanto por la naturaleza de los artículos fabricados como por su relevancia económica, la moda es una de las industrias más importantes del mundo. Con 7 billones de habitantes, hay mucha tela que cortar en el planeta Tierra.
Pero con una China reforzada que ya produce el 54% de los tejidos mundiales y la caída del 80% del empleo en la industria textil estadounidense en la primera década del siglo XXI, Barack Obama se ha tenido que poner en acción. El presidente ha lanzado un proyecto de financiación mixta, pública y privada, que se abrirá a concurso público para organizaciones, universidades y empresas. Se dedicarán 150 millones de dólares (139 millones de euros) para dar brío al sector textil norteamericano.
Para ello se creará un Instituto Tecnológico que seguirá desarrollando tejidos técnicos punteros, que permitan al sector crear riqueza y empleo. No olvidemos que el spandexy el nylon son creaciones norteamericanas de hace años, que cambiaron el curso de la moda.
Esta iniciativa para relanzar el textil y la moda en EE.UU. se une a otras que ya estaban teniendo lugar. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, ha creado un proyecto que promociona la ropa fabricada en la ciudad que rige. Por otra parte, las cadenas de distribución de todo el país se vuelven a focalizar en el producto local, encargando un mayor porcentaje de compras a marcas y fabricantes estadounidenses.
La primera embajadora
Y Michelle Obama, la primera embajadora de la moda de su país, suele hacer gala de una variada selección de marcas norteamericanas, que van desde J.Crew, hasta Rodarte o Ralph Lauren. Cuando la señora Obama entra en una habitación, todos los ojos se posan en su atuendo, vaya con o sin Barack. Michelle Obama ha comprendido bien el lenguaje de la moda y su utilidad en la diplomacia internacional. Es por ello que tuvo el detalle de vestir de Kenzo en su llegada a Japón, el pasado 18 de marzo: escogió un vestido de la colección de Otoño-Invierno 2014-15 con grandes dibujos amarillos. Pero el guiño del vestido de Kenzo también lo hizo a su propio país, ya que los actuales directores artísticos de Kenzo son californianos: Humberto León y Carol Lim, creadores de las boutiques Opening Ceremony.
En junio de 2011, acudió con un top de la marca sudafricana Duro Olowu a su visita a la universidad de Ciudad del Cabo. Y en su visita oficial a Corea del Sur llevó un vestido de gala de la diseñadora Doo-Ri Chung, modista coreana con formación en la Parsons School de Nueva York. Y así sucesivamente.
La moda es un negocio serio, precedido de una ridícula reputación superficial. No hay una industria tan creativa y dinámica que, además, colme una de las necesidades básicas del ser humano. Que el mismísimo presidente Obama se ocupe de darle un empuje es todo un síntoma. Pero para impulsar de nuevo el sector, en EE.UU. como en cualquier otro lugar, no bastará con crear nuevos materiales: será necesario todo un proyecto que relance la manufactura de prendas, la creación de marca y la comercialización.
En Venezuela, deberíamos hacer lo mismo: empezar nuevas prácticas que vuelvan a traer la fabricación a nuestro país. Contamos con algunas marcas, pero casi todo se fabrica fuera de nuestras fronteras. Tenemos serias limitaciones en materia prima, sin embargo la creatividad y resiliencia de los venezolanos es privilegiada. Pero necesitamos una estructura empresarial y técnica en la que apoyarla. Y el pilar más importante es el de la formación, una formación práctica, completa y a todos los niveles, que sirva de andamio a nuestra industria de la moda.