Se abren puertas a niños con condiciones especiales en Lechería
Unidad Educativa Francisco Linares Alcantara, cedió espacios para la atención de niños con autismo y asperger
Niurka Franco
@ConFranqueza
Cuando Carlos Arturo llegó al hogar de la familia González Guanipa, éste se iluminó y las celebraciones eran casi a diario. Así fueron pasando los días y el pequeño era el centro de atracción de familiares y amigos, pero pasados dos años los padres comenzaron a notar actitudes poco comunes.
El pediatra optó por remitir a los progenitores con un especialista, el cual tras practicar una serie de exámenes les comunicó lo que tanto temían. “Carlos Arturo es autista”. Estas palabras retumbaron en la mente de la joven pareja que de regreso a casa no pronunciaron palabra alguna.
Tras el diagnóstico nada volvió a ser igual, las discusiones en torno al pequeño y su condición se hicieron frecuentes, a menudo con una fuerte carga de rechazo manifiesta en expresiones como “atiende a tu hijo” o “por qué Dios me tuvo que castigar con un hijo autista”.
Pronto el matrimonio se rompió, el padre decidió hacer tienda aparte y la madre asumió la responsabilidad de echar adelante con el pequeño que ya se aproximaba a los tres años de edad y aunque en ocasiones se mostraba distante, retraído y muy selectivo, poco a poco con paciencia, dedicación y sobre todo mucho amor, comenzó a integrarse, cediendo a la manifestaciones de cariño y sobre todo a aprender acerca de todo cuanto le llamaba la atención.
El tiempo pasó y aunque no fue fácil, hoy, 15 años después Carlos Arturo es un joven apuesto con carisma y liderazgo, con estudios de música en el Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela. “Es mi orgullo”, comenta su madre, mientras contempla su fotografía interpretando el violín.
Esta historia aunque inédita hasta ahora, no es la única, por el contrario, existen miles, aunque no todas tengan un final feliz. Y es que ante un diagnóstico como el recibido por la familia de Carlos Arturo, la salida no puede ser la culpa, el rechazo o la depresión, aunque la experiencia de quienes han pasado por tales circunstancias, indica que es una reacción totalmente “normal”.
Sembrando futuro
Desde inicios de año, directivos de la Unidad Educativa Francisco Linares Alcantara en Lechería, cedieron algunas de sus aulas en horario vespertino para ayudar en la prosecución escolar de niños con necesidades especiales.
Marisol Molero, es Magister en Educación, especialista en autismo, dificultad de aprendizaje e integración laboral. Su experiencia como profesora de matemática y física adquirida durante más de tres décadas de ejercicio, le permitió coronarse como mamá autista, rango que engloba todos los títulos obtenidos, puesto que fueron alcanzados con un único propósito: insertar a su hijo en la sociedad.
Mientras nos cuenta cada avance de Gerson, su hijo, se le ilumina la mirada, mientras los ojos se inundan de lágrimas, pero de alegría. Estima que llevar adelante a un niño con condiciones especiales no tiene por qué ser un karma y advierte que en la actualidad existen muchas formas de apoyarlos.
Una de ellas apunta hacia la preparación tanto de los padres como de los educadores. Según Marisol, muchos niños se convierten en desertores de las escuelas presionados por sus propios padres, quienes desarrollan sentimientos de frustración.
Al referirse a su propia historia como mamá autista, destaca que nunca se detuvo en la búsqueda de información que le permitiera conocer acerca de la condición de su hijo, para poder no sólo entenderlo, sino además educarlo.
Reconoce que el Centro de Atención a Personas con Autismo (CAPA) jugó un papel relevante en su vida y la de su hijo. “Fue en la época en la que el gobernador Istúriz era Ministro de Educación. Allí comenzó mi hijo cuando tenía nueve años”, comenta tras lamentar el cierre de la institución.
Estima que el propósito de cerrar las escuelas especiales, fue tratar de integrar a los niños con necesidades especiales en los planteles convencionales, pero lamentablemente no se procedió antes a preparar al docente acerca de lo que es el autismo y cómo debía ser abordado el proceso aprendizaje tanto de niños con esta condición, como con otras, entre ellas el Asperger.
En este sentido afirma que existen muchas dificultades y un déficit importante de docentes, los cuales al no tener la debida capacitación, podrían incurrir en errores al tratar a los chicos.
No obstante, afirma que en la actualidad y ante el crecimiento de la población autista, se está conociendo mucho más acerca de esta condición y la forma adecuada de tratar a las personas que la presentan.
Hizo extensiva la invitación a quienes tengan la necesidad de obtener información acerca del tema, a acercarse a la Unidad Educativa Francisco Linares Alcantara en Lechería, donde serán debidamente atendidos.
En estos momentos, han sido integrados 37 alumnos con necesidades especiales, pertenecientes a la Fundación Abriendo Horizontes para el Autismo (Fapa) y la Fundación Girasoles.
Una luz en la oscuridad
Vanessa Arsolai, al igual que Marisol y miles de madres venezolanas, es profesional del derecho y ha estructurado su tiempo de manera tal, que Sebastián, su pequeño de 9 años con necesidades especiales, nunca se sienta solo.
Nos cuenta que actualmente cursa segundo grado y aunque ya es etapa superada, recuerda con tristeza, que hubo momentos en los que algunos maestros fueron muy duros con él, episodio que atribuye a la falta de conocimiento acerca de su condición.
Muchas han sido las experiencias de esta joven madre desde el momento en el cual su hijo fue diagnosticado como autista, pero lo más importante es que ella ha entendido la necesidad de conocerlo para integrarlo a una sociedad que cada día recibe más miembros con ésta y otras necesidades especiales.
Hoy tras nueve años de intenso cuidado y horas de apoyo docente, su pequeño no sólo comparte en grupo, sino que además responde positivamente a manifestaciones de cariño, hace maravillas con plastilina y se convierte en todo un arquitecto cuando tiene un Lego en sus manos.
Todo eso según dice, ha sido posible luego que aceptó su condición, se preparó para enseñarlo, pero además le ha brindado amor en cantidades industriales para que también él sea capaz de ofrecerlo.
Celebra la iniciativa del diputado a la Asamblea Nacional, Julio Montoya y un amplio equipo multidisciplinario que le acompaña al recorrer el territorio realizando mesas de trabajo y consultas en pro del Proyecto de Ley del Autismo, cuya aprobación será un salto cuántico en el apoyo a ciudadanos con necesidades especiales.
El instrumento contempla no sólo la necesidad de la integración del sujeto con respeto a la condición, sino el que se les garantice la debida alimentación, educación e inserción laboral, aunque la situación económica actual conspire contra esta última aspiración.