Por harina y detergente soportaron doble cola militarizada
La Guardia Nacional Bolivariana (GNB) custodió una fila de centenares de compradores en Lechería
Salvador Passalacqua
@spassalacqua
Los militares hablan poco. Responden con señas y susurros y no dejan de vigilar ni de empuñar sus fusiles, como esperando que algo pase. Los humaniza el calor del mediodía. El encargo de hoy fue resguardar el supermercado Unicasa del centro comercial Plaza Mayor, que activó una vez más la taquilla externa de la avenida Camejo Octavio de Lechería para despachar un cargamento de harina de maíz y detergente en polvo a centenares de clientes en cola.
Al hastío que generan las compras controladas, se sumó la inquietante presencia de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Policía del municipio Urbaneja (Poliurbaneja) dirigiendo el flujo de personas desde su llegada a la cola hasta el pago y entrega de los productos.
La espera inició temprano, aproximadamente a las 7:30 de la mañana, con la repartición de números para entrar. Pocas horas después, se formó una doble cola. Los primeros accedían a dos paquetes de harina con precio regulado y dos bolsas de detergente de un kilo, mientras los demás se aferraban a sus sombrillas coloridas y a la esperanza de que asignaran otro lote de números.
"Mi nuera entró en la mañanita y me llamó. Ella tenía el número 221. Están contando los productos para ver si alcanzan y si nos dejan comprar", cuenta Yelitza de Hernández, sentada sobre un paquete de pañales que enviará a Anaco para sus nietos. Las señoras a sus espaldas se quejaron de que los funcionarios de seguridad y la gerencia del supermercado no informaran en ningún momento si definitivamente iba a continuar la venta.
Los más cercanos a la caja corrieron con suerte y mostraban a los otros, sonrientes, el trozo de papel con el número escrito en lapicero. Pero la incertidumbre continuó. "Ya son casi las 2:00 de la tarde. No quise ni almorzar para venir a hacer la cola, pero creo que me iré con las manos vacías", lamenta Rosa María Ojeda.
Otro grupo de esperanzados prefirió ubicarse bajo la parada de autobuses más cercana, huyendo del sol. La mayoría de ellos había adquirido harina de trigo de todo uso, también escasa, dentro del supermercado. "Cuidado con estar tomando fotos. La guardia ahorita no tiene contemplación con nadie", advierte, con los brazos cruzados, el último de esa muchadumbre.